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jueves, 9 de mayo de 2019

Ejercicio 2. El amor como vicio o como virtud.




Ejercicio 2.  El amor como vicio o como virtud.


Con este ejercicio se pretende que los estudiantes aprendan a señalar cómo saben que las razones que presentan para sostener una tesis o una emisión dada son adecuadas, correctas o buenas. 


 
   Instrucciones. 

 A) Proponer tres ejemplos de relaciones en las que debiendo amar, se ama en exceso. 

B) Proponer tres ejemplos de relaciones en las que debiendo amar, hace falta amar



Instrucciones.
   A) Hacer una lista de diez complementos diferentes de cada uno de los tres enunciados:  Amo a esa persona porque …… 
Mis papás me aman porque ……
 Amo a mis papás porque …… 
Mis amigos me aman porque …… 
Mi novio/a me ama porque …… 


Ejercicio . ¿Qué se ama? 

Con este ejercicio se pretende que los estudiantes aprendan a identificar los presupuestos que subyacen a una postura o a una emisión. 

EJERCICIO ¿Cómo amamos?

 Con este ejercicio se pretende que los estudiantes aprendan a proponer formas de verificar o refutar la respuesta que proponen.

A) En el poema de Sabines identificar las acciones que se realizan al amar. 


B) De esas acciones, clasificar las que son: 
a. acciones físicas 
b. sentimientos 
c. sensaciones 
d. emociones e. pensamientos 


Los amorosos Los amorosos callan.  
El amor es el silencio más fino,  el más tembloroso,
 el más insoportable.  
Los amorosos buscan,  
los amorosos son los que abandonan,  son los que cambian, los que olvidan

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,  
no encuentran, buscan.  
Los amorosos andan como locos  
porque están solos, solos, solos,  
entregándose, dándose a cada rato, 
 llorando porque no salvan al amor. 
Les preocupa el amor.
Los amorosos  viven al día, 
no pueden hacer más, no saben.  
Siempre se están yendo, 
 siempre, hacia alguna parte. 
 Esperan,  no esperan nada, 
pero esperan. 
Saben que nunca han de encontrar.  
El amor es la prórroga perpetua,  
siempre el paso siguiente, el otro, el otro. 
 Los amorosos son los insaciables,  
los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos. 
 Los amorosos son la hidra del cuento. 
Tienen serpientes en lugar de brazos. 
 Las venas del cuello se les hinchan 
 también como serpientes para asfixiarlos. 
 Los amorosos no pueden dormir  
porque si se duermen se los comen los gusanos. 
 En la oscuridad abren los ojos
  y les cae en ellos el espanto.  
Encuentran alacranes bajo la sábana  
y su cama flota como sobre un lago. 
Los amorosos son locos, sólo locos,  
sin Dios y sin diablo. 
 Los amorosos salen de sus cuevas 
 temblorosos, hambrientos,  a cazar fantasmas.  
Se ríen de las gentes que lo saben todo,  
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,  
de las que creen en el amor  como una lámpara de inagotable aceite.
 Los amorosos juegan a coger el agua, 
 a tatuar el humo, a no irse.  
Juegan el largo, el triste juego del amor. 
 Nadie ha de resignarse.  
Dicen que nadie ha de resignarse.  
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación. 
 Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,  
la muerte les fermenta detrás de los ojos, 
 y ellos caminan, lloran hasta la madrugada  
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente

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